O.I.D.O.S. Red de Profesionales para la Salud Mental
Orientación en Crisis
domingo, 29 de septiembre de 2013
El Diagnóstico en la Intervención Psicosocial
lunes, 5 de agosto de 2013
Contradicciones
Digo yo...¿era tan difícil darse cuenta del error? ¿Alcanza con la tapa de cuero para considerar la seriedad del contenido? ¿Qué nos pasa? Después de todo, a tod@s nos enseñaron en la Universidad que la ciencia se funda en la contrastración y no en la repetición. ¿Fueron tan grandes los grandes, o sólo se animaron a sostener sus sensatas ideas en contra de las ideas estereotipadas de la época, esas que hoy nos causan risa? Pensemos cuales de nuestras seguras afirmaciones van a hacer reír a nuestros nietos. No se cual de los correos acerca del DSM es el verdadero, lo que sí sé es que cualquiera de ellos pone en ridículo a unos cuantos. Ada Fanelli
viernes, 26 de julio de 2013
Distinciones y Reconocimientos
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, año 2000:
Entrega de Plato Conmemorativo a la Red de Profesionales de la Salud Mental O.I.D.O.S.
designado como Vecino Solidario de la Ciudad de Buenos Aires.
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, año 2001:
Entrega de Plato Conmemorativo a la Sra. Ada Fanelli, socia fundadora de O.I.D.O.S.
como Vecina Solidaria del barrio de Almagro.
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires,
Dirección General de Asuntos Políticos y Legislativos, año 2003:
Entrega de plato conmemorativo por la realización del proyecto CREAN -Creativos Anónimos- implementado por integrantes de O.I.D.O.S. como Vecino Participativo del Barrio de Almagro.
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, año 2006, entrega de placa por el proyecto ORA FENIX implementado por integrantes de O.I.D.O.S. designado como Vecino Participativo del Barrio de Almagro.
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, agosto 2006, entrega de Plato conmemorativo a la Red de Profesionales de la Salud Mental, O.I.D.O.S. designado como Vecino Participativo del Barrio de Almagro.
martes, 23 de julio de 2013
En Casa de Herrero Cuchillo de Palo
Alguien, amablemente, solicitó información y nos pidió nuestra dirección y por supuesto se la ofrecimos. Pero claro, uno se siente un poco culposo y corre a revisar como está todo, como quien recibirá visitas y se apura para juntar lo que dejó tirado, pasar la escoba y revisar la pileta por si hay platos de anoche. ¡Y bueno!...hay que confesarlo, no pasamos el examen. Dejamos bastante abandonado nuestro blog en los últimos tiempos, sin excusas: en casa de herrero, cuchillo de palo. Si, parece que a nosotros también nos fue más fácil iniciar que sostener. Por supuesto, el momento de la idea es genial, pero como cuando nos enamoramos, juramos y ofrecemos todo y para toda la vida. Pero después llega el día a día, lo cotidiano y aburrido, levantarse temprano y con mal aliento. Entonces a veces las ideas ya no nos parecen tan buenas, desestimamos nuestras intenciones, o bien proyectamos nuestro desgano al otro acusandolo de que no sabe proporcionarnos los incentivos necesarios.
Bien, no vamos a apelar a ninguna excusa. Sólo podemos asumir el compromiso nuevamente e intentarlo otra vez. O sea: contar en qué andamos, qué pensamos y qué queremos. Por supuesto, implorando, como los amantes infieles, que esta vez nos crean, porque vamos a cumplir. Y agradecer, claro, a quienes nos están poniendo el hombro para sostener el intento, porque a pesar del escaso material que hay aquí, Google dice que el tráfico es abundante. Nos ponemos a trabajar ya mismo: !Palabra de honor! Ada Fanelli, coord.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
Acerca de la violencia de género.
Lamentablemente el tema ha cobrado una siniestra actualidad en nuestro medio. Mujeres quemadas por sus maridos, niños asesinados como dedicatoria macabra a sus madres, etc. son hechos cotidianos en la prensa.
En este contexto escribí y publique en la web la “Carta Abierta para una Mujer Maltratada” Recibí numerosas adhesiones, pero algunas me hacen temer sobre el abordaje correcto del tema. Por ello, creo necesario hacer algunas aclaraciones.
Digamos que una mujer víctima de violencia no es una “masoquista” ya que no disfruta de los golpes que recibe.Una mujer victima de violencia tampoco tiene “baja autoestima” y por supuesto no se “deja pegar” . Esto, lamentablemente, lo vemos claro en los campos de prisioneros, donde un puñado de verdugos puede someter a un grupo numeroso de víctimas. Esto ocurre porque los golpes no solo dañan el cuerpo, sino también la psiquis. Se produce en la victima despersonalización y sometimiento a servidumbre. Las personas que atraviesan por esta experiencia son, incluso a veces, conscientes de su situacion, pero se sienten imposibilitadas para evitarla, porque dependen psicologicamente y con frecuencia también materialmente del agresor de una manera muy compleja. Además, se avergüenzan ante los demás, por lo cual comparten la culpa y de ello se beneficia el verdugo. En otros casos el sometimiento y la despersonalización se consigue con amenazas a terceros, por lo general, los hijos. Temores estos que, como queda demostrado, no están exentos de fundamento. Desarmar este dispositivo es una de las tareas mas dificiles a las que puede enfrentarse un profesional de la Salud Mental. Es dificil el éxito, pero sin la ayuda necesaria es practicamente imposible para esa mujer liberarse de su encierro moral.
Muchas veces la victima llega a someter su pensamiento de tal manera que incluso cree merecer los golpes recibidos. Esto es muy común en el caso de niños maltratados a quienes se les dice que se les pega porque son malos y para que aprendan. Muchas mujeres maltratadas han sido, previamente, niñas golpeadas.
Lamentablemente, muchos de nosotros mantenemos todavía ideas como “la letra con sangre entra”, “se lo tenía merecido”, “el violento es un enfermo” o “ella se lo permite”. Prejuicios y lugares comunes que pueden acarrear terribles consecuencias.
Nadie puede autorizar o ejercer violencia alguna sobre otro, salvo en defensa propia. No
hay insulto, ni traicion que merezcan el maltrato o la muerte.
Todos nosotros estamos atravesados por lo que cada cultura acepta como válido, pero
lamentablemente la nuestra se alimenta de prejuicios y lugares comunes que pueden resultar muy peligrosos. Tengamos el buen tino de revisar nuestros criterios antes de enunciarlos. Erradicar del inconciente colectivo todas las justificaciones para el ejercicio de la violencia es la mejor manera de poner freno a estos crímenes
Señalo especialmente que en el texto por mí publicado no se alienta a la mujer para “no dejarse pegar” sino para pedir ayuda, ya que son las instituciones de la sociedad las responsables de evitar los daños que la sociedad misma genera cuando la voluntad individual fracasa.
Si Ud. quiere ayudar a una mujer maltratada y ella no lo acepta, asómbrese de lo lejos que puede llegar la destrucción psicologica y mantenga una vigilancia discreta. En cuanto se presente la oportunidad, haga usted la denuncia. Puede salvar una o varias vidas. Lo único que frena a un malvado es el temor a un poder más fuerte. Vamos a cuidarnos entre todos. Lo que hoy es sólo un chiste machista, mañana puede transformarse en tragedia. Ada Fanelli, lic. en Psicología Social.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Las Vestiduras de la Masculinidad
Con Bastante Tela Para Cortar
Jorge Garaventa*
El tema de la construcción de la masculinidad y el ejercicio de la misma no ha sido, salvo honrosas excepciones, una preocupación de los hombres, aún académicos, sino de las mujeres, fundamentalmente desde el feminismo. Algunos varones que se han ocupado del tema lo hacen desde una adscripción acrítica al feminismo, lo cual desemboca en una identificación errónea entre masculinidad y machismo.
Lo antedicho no deja de ser un primer dato de importancia: a los hombres no les resulta placentero reflexionar sobre si mismos, repensarse, contactarse con sus sensaciones y afectos…no entra en su esquema de comportamiento psíquico cotidiano. No han crecido para eso.
Aclaremos que, salvo indicación en contrario, las referencias, conclusiones y análisis incluidos en este trabajo remiten a la cultura occidental.
El machismo es precisamente una desviación grosera de la masculinidad, no obstante lo cual, y pese a su alta frecuencia debería permitirnos hacer la diferencia para poder arribar a una referencia saludable en la conformación de la identidad del hombre.
De cualquier manera no puede obviarse que es la cultura vigente la que incentiva el machismo, y que de la mano de este los hombres recogen privilegios y pagan precios, sin demasiada conciencia de ganancias y pérdidas.
El pensar, como se hace en general, la cuestión masculina en relación al feminismo, conlleva a un desarrollo defensivo del tema donde finalmente se pierde el eje de lo buscado. Las conclusiones terminan siendo una lectura femenina, aún realizada por hombres, de la estructura de la masculinidad.
Coincidimos seguramente que es difícil profundizar sin hacer hincapié en la imbricación entre masculinidad y machismo, de la misma forma que no puede pensarse el tema sin aludir a la relación con la mujer.
Pero no abundan reflexiones sobre los varones, realizados por varones, y desde la estructura de pensamiento de los varones. (la redundancia es intencional). Vale el intento.
Merece ser señalada una excepción. Guillermo Vilaseca hace ya muchos años que viene reflexionando sobre las singularidades de la masculinidad, desde la perspectiva del varón.
Aludir a cuestiones de masculinidad refiriéndose a “los hombres” es un reduccionismo abolicionista de las singularidades.
La cultura patriarcal rige la conducta de hombres y mujeres, propicia, avala, encubre y naturaliza la violencia contra la mujer pero está lejos de ser un colchón de relajación y privilegios para todos los hombres. Mucho menos para quienes se atreven a repensar su subjetividad y plantearse otro tipo de interacción consigo mismo, con sus pares y con las mujeres.
Burdieu plantea que ser hombre es encontrarse con el poder. De allí a la varonilidad inexcusable hay un solo paso. No solo hay que ser hombre sino parecerlo, y el ejercicio de las herramientas de privilegio que dota el género facilitan entonces el pasaje a distintas formas de violencia, contra los demás y contra si mismo si fuera necesario. Se suele decir que el hombre llega a la violencia para sostener su primacía frente a las mujeres y frente a los hombres por mandato competitivo. Un poco menos dicho, pero no menos evidente es el pacto entre hombres para invisibilizar la violencia contra la mujer, o a la mujer misma.
La mayoría de los estudios coinciden en que la construcción de la masculinidad descansa en la diferenciación absoluta de todo lo que recuerde a la femeneidad, arrollando en esta carrera los afectos y las emociones y la necesidad imperiosa e ineludible de no ser ni un niño ni un homosexual tampoco. Femeneidad, niñez y homosexualidad serían en este modelo un paradigma del fracaso de la hombría.
Por otro lado, y aunque ya no es así en los hechos, en el imaginario colectivo siguen estando divididas las tareas, de producción para el hombre y de reproducción para la mujer. Por eso el ingreso masivo de la mujer al mundo del trabajo no es vivido por los hombres como un alivio de su tarea sino como un fracaso de la misma. Cuando esto conlleva, en una pareja heterosexual, a que la mujer se convierta en único o principal sostén del hogar, las fisuras en la autoestima, de aquellos, suele ser pronunciada. Es estar al borde de un abismo donde o se repiensa todo o se desliza al vacío.
El Patriarcado entonces, yendo a lo elemental, funda modelos de mujer, de hombres y de la relación entre ellos que actúan referencialmente con tanta fuerza que la desobediencia genera la sensación de ajenidad y activa el grueso de los temores que se esconden detrás de la construcción de la masculinidad clásica o hegemónica.
Un estigma del patriarcado, que no puede eludirse, es que sus parámetros se consolidan, fortalecen y trasmiten inter generacionalmente no solo por hombres sino por mujeres captadas por la cultura en la inmovilidad de sus roles serviciales.
Sostenemos que el ideal masculino no tiene un solo camino de construcción, con lo cual afirmamos que la misma es social, evolutiva y dinámica, actual, es decir, contemporánea, y modificable... La identificación, en diálogo con la diferenciación desemboca en el modelo hegemónico.
No es pequeña la diferencia entre quienes sostienen la identificación como paso sustancial de quienes teorizan la diferenciación materna.
El varón, por vía de la identificación con el padre irá incorporando los atributos de la masculinidad y los modelos de interacción con mujeres y hombres. Este sería el modelo que justificaría que los hijos de hombres golpeadores y o mujeres golpeadas transitan el camino de la repetición.
La teoría de la diferenciación pura sostiene que en el acceso a la virilidad el varón necesita separarse claramente de su parte femenina representada por los afectos, especialmente la ternura. El niño adquiriría tempranamente estas características que luego, a decir de Badinter, necesita mutilar. Algunas teorías algo mas extremas sostienen que va a necesitar diferenciarse tanto que el resultado será la interacción entre odio, rechazo y culpa. La resolución patológica de este interjuego ha de desencadenar en sentimientos y conductas agresivas hacia la mujer.
El trabajo en la clínica nos muestra que ninguno de estos procesos se dan con pureza pero que todos alimentan el modelo hegemónico.
Decíamos al principio que no aceptábamos la generalización, “los hombres”, porque como toda extensión ilimitada termina siendo injusta y prejuiciosa. Si, en cambio, como queda plasmado en nuestro desarrollo, afirmamos la vigencia de modelos hegemónicos que determinan interacciones y conductas. Y en ese sentido, el modelo hegemónico masculino de dominación parece ser universal. Incluso en las sociedades matriarcales estudiadas rigurosamente, el hermano mayor cumple funciones y tiene atribuciones similares a las del macho patriarcal.
Los hombres cargan con el ideal varonil, lo sufren, temen su desgaste pero también se apoltronan en el placer de beneficios y privilegios. Prisioneros del rol, no obstante no puede negarse el beneficio secundario del ejercicio de la hombría, y la furia que genera el desafío al modelo por parte de ellas.
Ser hombre como marca el código es una tarea ardua no exenta de terror al fracaso. Y es precisamente este miedo, engarzado en el ideal de perfección, el que genera la inseguridad que se escupe hacia fuera en forma de violencia contra quienes encarnan su propia flaqueza proyectada.
Salvo los pactos fraternos, otro hombre es el rival que siempre estará amenazando mellar el dominio.
La mujer independiente y con sexualidad autónoma produce un tembladeral interno. El macho clásico no está preparado para ejercer la sexualidad a demanda en un goce compartido sino para establecer modos y formas de su propia necesidad de dominio cristalizada en la mujer que se entrega.
La tercera amenaza es el homosexual que le refriega sus aspectos mutilados pero para nada olvidados. El mundo patriarcal identifica al homosexual como una desviación patológica y despreciable del hombre y que a su vez representa lo más rechazado de la femineidad.
Los cuerpos son segmentados y valorizados de acuerdo a valores que venimos mostrando. La parte delantera, valorizada por la presencia o ausencia de pene, y la trasera identificada con lo francamente femenino y la sumisión. Ese es otro de los terrores que se activa en la homofobia. En la antigüedad, los prisioneros de guerra eran violados analmente para consolidar el triunfo y la dominación.
Este es apenas un esbozo incompleto de la construcción de la masculinidad de acuerdo a parámetros hegemónicos o patriarcales. Ya sea para adaptarse o diferenciarse es el esquema guía. Hay quienes plenamente inmersos en el, disfrutan de su vigencia sin cuestionarlo, quienes ejercen esta masculinidad de forma vergonzante, pero que efectivamente la ejercen, y quienes están en franco conflicto con este esquema. Porque más allá del predominio que garantiza, las exigencias de poder todo, de fortaleza emocional, de vocación de buey de carga, de virilidad ferrea, producen un cansancio que desemboca en una vacuidad vital.
“El machismo mata,” se dice con certeza aludiendo a la violencia contra la mujer. Quienes no derivan en semejantes exacerbaciones van desgastando su existencia cotidiana en la lucha contra el terror a ser poco hombre.
Quienes se plantean otro tipo de masculinidad y asumen, aún con tropiezos su ejercicio, tienen una dura pelea por delante que conlleva a la reconciliación con la ternura, a la reivindicación de lo igualitario, al libre ejercicio de recepción y donación de afecto y al diseño de un entorno inclusivo.
Nada se soluciona con que un hombre se declare feminista. La lucha contra el patriarcado, mayoritariamente vigente en la cultura cotidiana y sus ataduras internas pasa por un cuestionamiento profundo que sacuda también las comodidades. Hombres y mujeres no deben ser iguales sino que han de poder ejercer sus derechos de manera igualitaria. Esto es posible propiciando un modelo sano de masculinidad que implique un vuelco copernicano en los valores de la hombría. No son simples expresiones de deseo cargadas de ilusiones de un mundo distinto. Algunos avances en materia social en los últimos años nos llevan a creer que es posible la implementación de políticas públicas y educativas que posibiliten la revolución cultural pendiente pero tal vez cercana.
*Psicólogo
Publicado en la revista “Género y Peronismo” Nº 11
domingo, 18 de septiembre de 2011
Resiliencia: el fracaso de la metáfora
Entiendo por “ideologia” ese corpus de pensamientos más o menos articulados que nos atraviesan pero que no cuestionamos, debido a que responden al Sentido Común, a lo básico de nuestra cultura, a lo mejor y a lo peor. Aunque nos creamos concientes de nuestras creencias y opiniones, se nos escapa siempre un aspecto que pertenece al ámbito de lo inconciente. No expresamos una ideología, es la ideología la que se expresa a través nuestro, sin que nos demos cuenta y a veces contradiciendo nuestras mejores intenciones.